Me llamo Duna, pero nunca me llaman así. A lo largo de mi vida he tenido un montón de apodos: Dunita, Dundun, Mija, Petunia, More... A veces incluso demonio, endiablada, loca, lumia y llorona.
En mis primeros meses solo dormía y lloraba un montón.
Cuando cogí confianza me convertí en el diablo.
Ahora soy una adulta con chutes de adrenalina repentinos.